Muchas personas deciden donar su herencia a una fundación. Los motivos más habituales son: no tienen hijos o no quieren dejar su patrimonio exclusivamente a los herederos.
¿Cómo funciona?
El funcionamiento de las fundaciones está establecido por ley. En principio, una fundación es un fondo patrimonial dotado de capacidad jurídica. Los activos se invierten, y los ingresos generados son utilizados por los socios fundadores para realizar los propósitos de la fundación. Estos propósitos quedan irrevocablemente fijados en los estatutos cuando se establece la fundación. Además, una fundación puede recaudar donaciones que puede destinar a sus respectivos fines. Cualquier activo puede pasar a una fundación, desde el dinero en efectivo hasta los bienes inmuebles o los valores.
Crear una una fundación fiduciaria.
Crear una fundación independiente lleva mucho tiempo. Una posible solución en vida es crear una fundación fiduciaria. Se trata de una fundación no independiente que suele estar gestionada bajo el paraguas de una fundación mayor. Es un proceso rápido y poco burocrático. La fundación fiduciaria sólo existe durante un periodo de tiempo limitado, al menos diez años. El total de los activos se destina a los fines de la fundación. Una vez cumplida esta finalidad, la fundación caduca.
Apoyar a una fundación.
Si no quieres convertirte en fundador, puedes apoyar a una fundación existente haciendo una subfundación. Los activos transferidos a la fundación aumentan la base patrimonial, por lo que los ingresos pueden incrementarse a largo plazo. También es posible hacer donaciones a una fundación. Sin embargo, pueden ser gastados inmediatamente por la fundación. Por cierto, todas las formas de fundaciones (fideicomisos, fundaciones prescindibles y subfundaciones) también pueden realizarse después del fallecimiento mediante un testamento.
Beneficios fiscales.
Los bienes legados a una fundación benéfica están exentos de impuestos sobre sucesiones y donaciones, y los ingresos también están exentos de impuestos.
