O no tienen ningún plan o se lo juegan todo en bolsa. Así es como mucha gente piensa que manejan el dinero los jóvenes hoy en día. Sin embargo, si se mira más de cerca, se llega a una conclusión diferente.
Cuando se trata de finanzas, la generación Z es más sensata de lo que algunos de los mayores podrían pensar. Un conocido portal de estadísticas, por ejemplo, examinó la relación de este grupo de edad con el dinero, con resultados sorprendentes.
La evaluación reveló que el 65% de los adolescentes y jóvenes encuestados elaboran un presupuesto para saber de cuánto dinero disponen a lo largo del mes. Además, el 61% cree que tiene suficientes conocimientos financieros para tomar decisiones informadas sobre sus finanzas.
El 60% dice que puede elegir con confianza los productos financieros que le convienen, y el 56% ha establecido objetivos financieros claros para su futuro. El 54% quiere alcanzar estos objetivos ya en los próximos cinco años.
Fuentes de información personales y digitales.
Muchos representantes de la generación Z piden primero consejo a sus padres, familiares o amigos cuando tienen que tomar sus primeras decisiones financieras por su cuenta. Sin embargo, es igual de probable que hagan uso de la información que ofrecen los proveedores de servicios financieros o los bancos en los sitios web de las empresas o en las plataformas de las redes sociales.
A pesar de la abundancia de información digital, para muchos sigue siendo importante la conversación personal con los asesores de un banco o de un servicio de asesoramiento financiero.
Mercado financiero en lugar de cuentas de ahorro.
Cuando se trata de invertir dinero, las cuentas de ahorro tienen los días contados para la generación Z debido a los bajos tipos de interés. Las acciones y los fondos están ocupando su lugar, porque los jóvenes inversores están descubriendo el mercado de valores cada vez más por sí mismos.
Se trata de un verdadero cambio de paradigma, ya que las generaciones anteriores, a excepción de una minoría informada, siempre han rehuido de la inversión en valores, sobre todo por falta de conocimientos, pero aún más por el temor, no del todo injustificado, a las pérdidas financieras.
La joven generación de inversores, en cambio, se ve impulsada por su situación a los mercados financieros. A diferencia de sus padres y abuelos, son la primera generación que ya no puede depender únicamente de las pensiones del Estado para llegar a la vejez.
Dado que el principio de reparto de la pensión legal significa que cada vez menos trabajadores tendrán que pagar por más y más pensionistas en el futuro, sus pensiones serán probablemente demasiado escasas. Por tanto, para mantener su nivel de vida en la vejez, la generación Z debe hacer más provisiones privadas.
Por ello, los jóvenes ahorradores invierten su dinero en acciones y fondos sin mucha inhibición, porque es la única forma de generar rendimientos atractivos a largo plazo para su previsión de vejez en tiempos de la política de bajos tipos de interés del Banco Central Europeo.