Toda forma de inversión trae consigo algún riesgo. La pandemia de Covid-19 y la crisis derivada de la guerra de Ucrania nos lo dejaron muy claro. Lo más importante aquí es: los riesgos deben gestionarse, no evitarse porque es imposible. Incluso el dinero que no se invierte conlleva un riesgo, riesgo de que no puedas mantener tu nivel de vida en la vejez si la pensión legal no es suficiente. En este artículo analizamos de qué se trata realmente el riesgo para que aprendas a determinar cuánto riesgo puedes y debes asumir.
La capacidad objetiva de asumir riesgos y voluntad de asumir riesgos.
Por supuesto, el riesgo no es un problema puramente matemático, sino que siempre tiene un lado subjetivo y, a veces, incluso emocional. Tu disposición personal a asumir riesgos es un rasgo de personalidad que definitivamente influirá en tus decisiones a la hora de invertir.
Mientras que algunas personas asumen con total normalidad la fluctuación en la bolsa de valores, a otras se les revuelve el estómago. En ambos casos tiene sentido determinar tu capacidad de asumir riesgos de la forma más racional posible.
¿Cuáles son los riesgos?
Hay dos tipos principales de riesgo: riesgo de crédito y riesgo de volatilidad.
El riesgo de crédito se refiere al riesgo de que la entidad emisora de un instrumento financiero, como una empresa o un gobierno, no cumpla con sus obligaciones de pago. Si la entidad no puede pagar sus deudas, los inversores pueden perder su inversión o recibir pagos incompletos.
Por ejemplo, si una empresa emite bonos y luego entra en bancarrota, los inversores que poseen esos bonos pueden perder todo o parte de su inversión. El riesgo de crédito también puede afectar a las instituciones financieras que otorgan préstamos y créditos a individuos o empresas.
Por otra parte, el riesgo de volatilidad se refiere al riesgo de que el precio de un activo financiero fluctúe en exceso en un corto período de tiempo. Esta volatilidad puede ser causada por una variedad de factores, incluyendo cambios en las condiciones del mercado, la economía global, la política y otras circunstancias que pueden influir en la percepción que los inversores tienen sobre el valor de un activo financiero.
La volatilidad puede ser especialmente problemática para los inversores que buscan mantener una inversión a largo plazo. Si los precios de los activos cambian demasiado en un corto período de tiempo, pueden verse obligados a vender a un precio más bajo del que esperaban, lo que puede provocar una pérdida significativa de la inversión.
Tanto el riesgo de crédito como el riesgo de volatilidad pueden afectar negativamente al rendimiento de las inversiones y es necesario comprenderlos y evaluarlos en su justa medida.
Gestionar el riesgo con matemáticas simples.
La gestión del riesgo es un componente crítico de la inversión. Una herramienta útil para la gestión del riesgo es el análisis de la correlación. La correlación es una medida estadística que describe la relación entre dos variables. En el contexto de la inversión, se utiliza para medir la relación entre los rendimientos de dos o más activos financieros.
La correlación se mide en una escala de -1 a +1. Una correlación de +1 indica una relación perfectamente positiva, lo que significa que los rendimientos de los dos activos financieros se mueven en la misma dirección. Por otro lado, una correlación de -1 indica una relación perfectamente negativa, lo que significa que los rendimientos de los dos activos financieros se mueven en direcciones opuestas. Finalmente, una correlación de 0 indica que no hay relación entre los rendimientos de los dos activos financieros.
La gestión del riesgo con matemáticas de correlación implica identificar y medir la correlación entre diferentes activos financieros y ajustar la cartera de inversiones en consecuencia. La idea es diversificar la cartera con activos financieros que no estén altamente correlacionados, lo que reduce el riesgo de la cartera en su conjunto.
Por ejemplo, si un inversor tiene una cartera de acciones que están altamente correlacionadas, como varias acciones de la misma industria o sector, es probable que la cartera tenga un alto riesgo de pérdida debido a la volatilidad del sector. En lugar de eso, el inversor podría diversificar la cartera con activos financieros de diferentes sectores, como acciones de tecnología, salud y finanzas, que pueden tener correlaciones más bajas entre sí.
Es importante tener en cuenta que la correlación no siempre es constante. Puede fluctuar con el tiempo y en función de las condiciones del mercado. Por lo tanto, los inversores deben monitorear regularmente la correlación entre los activos financieros en su cartera y ajustar la cartera en consecuencia para asegurarse de que se mantenga diversificada y protegida contra el riesgo.
Reducir el riesgo con fondos de renta variable y ETF.
Los fondos de renta variable y los ETF (Exchange-Traded Funds) son instrumentos financieros que se utilizan para diversificar la cartera de inversiones y reducir el riesgo.
Los fondos de renta variable son fondos de inversión que invierten en acciones de empresas que cotizan en bolsa. Estos fondos ofrecen a los inversores la posibilidad de diversificar su cartera de inversiones al invertir en una amplia gama de acciones, en lugar de invertir en una sola acción. Además, suelen ser gestionados por expertos financieros que utilizan técnicas de gestión para maximizar el rendimiento de la inversión y reducir el riesgo.
Por otra parte, los ETF son instrumentos financieros similares a los fondos de inversión que cotizan en bolsa. A diferencia de los fondos de inversión, los ETF se negocian en la bolsa de valores y se pueden comprar y vender como si fueran una acción. También invierten en una amplia gama de activos, como bonos, materias primas y divisas, lo que les permite ofrecer una mayor diversificación en la cartera de inversiones.
En definitiva, lo importante es evitar la exposición a un solo activo (sobre todo si no somos inversores experimentados) ya que de este modo se reduce el riesgo de pérdida. Siempre que sea posible, opta por inversiones gestionadas por expertos. Es la mejor forma de maximizar el rendimiento de tu cartera.